diciembre 29, 2025
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Para muchos de nosotros, escuchar música es sólo una parte de la conducción diaria, tan normal como abrocharse el cinturón. Creamos listas de reproducción para viajes por carretera, elegimos canciones para mantenernos despiertos e incluso subimos el volumen cuando el tráfico se vuelve estresante.

Más del 80% de los conductores escuchan música en la mayoría de los viajes. Y a muchos conductores jóvenes les resulta difícil concentrarse sin ellos.

Solemos pensar que la música nos relaja, nos da energía o nos ayuda a concentrarnos cuando estamos al volante.

Pero la ciencia pinta un panorama más complicado. Décadas de estudios muestran que la música puede mejorar algunos aspectos de la conducción y disminuir otros. Y los conductores jóvenes se ven afectados de forma diferente que los más experimentados.

¿Cómo estudian los investigadores la conducción y la música?

La mayoría de los estudios utilizan simuladores de conducción en los que los participantes conducen a través de escenarios de carretera realistas mientras los investigadores cambian solo una cosa: la música.

Esto permite una medición precisa de indicadores como la velocidad, el tiempo de reacción, el mantenimiento del carril, el frenado, la distancia, las colisiones simuladas e incluso el estado fisiológico del conductor en diversas condiciones musicales.

Como todo lo demás se mantiene constante, cualquier diferencia en el rendimiento de conducción se puede atribuir a la música.

Los investigadores han probado diferentes escenarios musicales y de conducción en docenas de pequeños estudios, a menudo con conclusiones contradictorias. Para comprender estos resultados, los investigadores los combinan en “metanálisis” para identificar patrones amplios.

¿Cómo afecta la música a nuestra conducción?

Los metanálisis muestran que la música cambia nuestro comportamiento al conducir de varias maneras.

Los conductores que escuchaban música tendían a tener más colisiones simuladas, un peor control de la velocidad y distancias de seguimiento menos estables que los conductores que conducían en silencio.

Otros resultados, como la posición en el carril, el error de señal y el tiempo de reacción puro, muestran efectos más mixtos o inconsistentes.

La música a menudo cambia el ritmo cardíaco del ciclista, haciéndolo más variable. También aumenta su excitación y su carga de trabajo mental, es decir, qué tan “ocupados” o tensos están mientras conducen.

La música también puede ayudar a los conductores cansados ​​a mantenerse alerta en viajes largos y monótonos, pero sólo por un corto tiempo. El impulso desaparece después de unos 15 a 25 minutos.

Por lo tanto, la música puede hacerte sentir mejor y más alerta en viajes más cortos, incluso cuando aumenta la carga cognitiva y compite con la tarea principal de conducir.

¿El volumen y el tipo de música influyen?

Si bien el volumen afecta el comportamiento de conducción, los efectos son más sutiles de lo que muchos suponen.

La música a volumen alto y medio tiende a aumentar ligeramente la velocidad del conductor, mientras que la música a volumen bajo da como resultado una conducción más lenta. Estos efectos son pequeños pero relativamente consistentes en su dirección.

La música rápida tiene mala reputación, pero la evidencia reunida es menos clara. Un metanálisis no encontró ningún efecto general de la velocidad en el rendimiento de conducción del conductor promedio. Sin embargo, como conductor novato, las cosas se ven un poco diferentes.

Los estudios anecdóticos todavía sugieren que las pistas muy agitadas y agresivas pueden alentar a algunos conductores a adoptar comportamientos más riesgosos y hacerlos más propensos a cometer errores. Pero la velocidad por sí sola no significa necesariamente seguridad.

La música que eliges tú mismo tiende a distraer menos que la música que te imponen. Los conductores suelen elegir la música para regular su estado de ánimo y su excitación, y esto puede estabilizar su comportamiento al volante.

Por el contrario, varios experimentos muestran que la música seleccionada o impuesta por los investigadores conduce a un peor rendimiento: más colisiones e infracciones, especialmente si al conductor no le gusta la música.

Así que no es sólo la música en sí, sino también tu relación con ella lo que influye en cómo afecta tu forma de conducir. La música familiar o favorita tiende a ayudar a mantener el estado de ánimo y reducir el estrés sin aumentar la carga mental.

Los conductores inexpertos se ven más afectados

Los conductores inexpertos son más susceptibles a distraerse con la música.

Un estudio de conductores de 20 a 28 años encontró que los conductores menos experimentados se sentían mucho más perturbados por la música que los conductores experimentados. Cuando sonaba música, especialmente temas alegres y alegres, era mucho más probable que los conductores inexpertos condujeran demasiado rápido.

Los conductores experimentados no hicieron esto, lo que sugiere que su experiencia actúa como un amortiguador.

Otro experimento encontró que exponer a los conductores jóvenes a géneros más agresivos, como el metal o cierto folk-pop, conducía a velocidades más altas, más errores de conducción y menos atención a las señales de tráfico.

Para los conductores novatos, la música rápida aumentaba la carga mental y reducía su capacidad para detectar peligros. Esto significó que respondieron más lentamente o con menos precisión.

La música lenta, por el contrario, no aumentó la carga mental de los conductores inexpertos e incluso mejoró moderadamente su capacidad de reaccionar ante el peligro.

Entonces, ¿qué significa esto para mi comportamiento al volante?

Para la mayoría de las personas, las canciones familiares, los géneros más tranquilos y los volúmenes moderados causan la menor interrupción, pero aun así te mantienen alerta y de buen humor.

Es más probable que las pistas extremadamente ruidosas, desconocidas o extremadamente agresivas aumenten tu velocidad, te distraigan o abrumen tu pensamiento.

Pero si es un conductor nuevo, intente bajar el volumen o incluso apagar la música en condiciones exigentes.


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Este artículo se volvió a publicar en The Conversation. Fue escrito por: Milad Haghani, La Universidad de Melbourne

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Milad Haghani recibe financiación de la Oficina de Seguridad Vial del Gobierno australiano.

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