lComo todos los demás, vi la noticia del ataque de Bondi anoche con sorpresa, horror y consternación. Mientras hacía esto, inmediatamente me abrumaron imágenes de cuerpos tirados en el suelo, apenas visibles. Inmediatamente cerré estos videos porque sabía lo atrapadas que pueden quedar estas imágenes en la memoria.
Cuando ocurren acontecimientos terribles como el ataque de ayer, a menudo intentamos averiguar todo lo que podemos sobre lo que pasó. Hacemos esto navegando por las redes sociales y sitios de noticias. Esta es una forma natural de dar sentido a los acontecimientos y refleja la necesidad humana de saber qué sucede a nuestro alrededor para poder protegernos. A veces es un interés más lascivo, como la forma en que reducimos el paso para mirar un accidente.
Pero si bien recibir la mayor cantidad de información posible es una respuesta de estrés común después de un incidente agudo, también puede causar otras respuestas de estrés, como dormir mal; pesadillas; sensación de shock, ira o pánico; luchando contra la fatiga y la concentración; sintiéndose desesperanzado e impotente. Todas estas reacciones son de esperarse al presenciar o experimentar un trauma abrumador y deben ser monitoreadas cuidadosamente.
Cuando se filma y transmite un evento como este, podemos encontrar inesperadamente imágenes violentas e inquietantes y solo más tarde darnos cuenta de que consumir este material puede haber tenido efectos psicológicos duraderos y dañinos. Los beneficios de ver algunas de estas imágenes son limitados (no necesitamos ver todos los videos gráficos para saber qué sucedió) y el impacto puede ser significativo.
Saber que el peor día de sus vidas se transmitió para que todos lo vieran, sin control sobre quién lo ve y en qué medida se comparte, supone un costo enorme para las víctimas y sus familias. También hay costes para el espectador. Las imágenes violentas pueden evocar sentimientos intensos de angustia, regresar como imágenes intrusivas, reforzar cogniciones relacionadas con el trauma que ocurren después de un evento (por ejemplo, “Todo es inseguro”) y provocar pesadillas. Para otros, la exposición repetida a tales imágenes puede conducir a una insensibilización a la violencia, lo que no es un resultado deseable. Ver estos videos en las ráfagas rápidas disponibles en las redes sociales puede volverse compulsivo y afectar nuestra capacidad para procesar eventos y emociones de manera más adaptativa.
Para aquellos que son más vulnerables –como los niños– el impacto puede ser aún más profundo y causar gran miedo, terror y angustia.
Hay algunas formas claras de lidiar con estos sentimientos. Reducir la exposición es esencial, especialmente para niños y jóvenes, y siempre recomiendo que las personas se eduquen a través de los medios impresos y, si es necesario, la radio, en lugar de mirar videos gráficos.
Puede resultar útil volver a regular el cuerpo y el cerebro viendo algo relajante o simplemente contemplando la naturaleza. Otros encuentran beneficioso involucrar al cerebro en una tarea de procesamiento adicional, como jugar al Tetris; esto puede interrumpir la tendencia natural del cerebro a retener imágenes perturbadoras. Otra técnica útil es prestar especial atención a una imagen bella y notar y nombrar los tonos de la imagen. Esto permite que se involucren las áreas de procesamiento visual del cerebro, lo que reduce la tendencia a la retención de imágenes.
Hablar y nombrar las emociones experimentadas, permitir la liberación emocional (por ejemplo, mediante el llanto), calmar el cuerpo (por ejemplo, nadando) y unirse para ayudar y llorar pueden servir como puntos de anclaje comunes contra el trauma. Hacer hincapié en declaraciones útiles como “Muchas personas se están uniendo para ayudarnos a todos a mantenernos a salvo” también actuará como lastre útil contra los miedos abrumadores que pueden surgir después de la exposición a imágenes y videos violentos.
También pueden ser útiles algunos ejercicios sencillos de conexión a tierra, como respirar en un ritmo 4-4-4, o utilizar los otros sentidos mediante actividades como tejer. Las técnicas de conexión a tierra, como centrarse en los cinco sentidos, pueden resultar útiles si la exposición a estas imágenes provoca pánico.
Por último, si tu sufrimiento es grave o incontrolable, es importante recordar que hay ayuda disponible y hablar siempre con un médico de atención primaria o un profesional sanitario de confianza.
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La Dra. Ahona Guha es psicóloga clínica y forense, experta en trauma y autora con sede en Melbourne. Es autora de Reclaim: Understanding Complex Trauma and Aquellos Who Abuse y Life Skills For a Broken World.