diciembre 4, 2025
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El acoso escolar es uno de los problemas más graves a los que se enfrentan las escuelas australianas. Los estudiantes acosados ​​pueden quedar devastados psicológica y emocionalmente años después.

El mes pasado, el gobierno federal publicó los resultados de una revisión rápida del acoso. Las recomendaciones también incluyeron un llamado a las escuelas para que movilicen a sus estudiantes para que se conviertan en “escaladores”. Al publicar la reseña, el Secretario de Educación, Jason Clare, describió a los Upstanders como “personas que están dispuestas a ponerse de pie y no pasar por alto el problema”.

A primera vista, esto tiene sentido: si los estudiantes defienden a sus compañeros y denuncian el acoso, los perpetradores podrían detenerse y las víctimas podrían mejorar, ¿verdad?

Pero la investigación internacional revisada por pares no respalda esto. De hecho, las investigaciones sugieren que alentar activamente a los estudiantes a resistir el acoso puede ser contraproducente.

El ministro de Educación, Jason Clare, describió a los Upstanders como “personas que están dispuestas a levantarse y no pasar por alto el problema”. (ABC Noticias: Abadía de Haberecht)

¿De dónde surgió la idea?

El enfoque de capacitar a estudiantes espectadores para defender a las víctimas fue popularizado a fines de la década de 1990 por la destacada psicóloga e investigadora finlandesa Christina Salmivalli. Salmivalli argumentó que debido a que el acoso ocurre en grupos, las intervenciones deberían apuntar a todo el grupo, no solo a los estudiantes que acosan o están siendo acosados. Sostuvo que se debería capacitar a los jóvenes para que ayuden a sus pares si ven que están siendo acosados.

Por ejemplo, si un estudiante ridiculiza a un compañero de clase por su apariencia, otros estudiantes que noten el comportamiento podrían intervenir y decirle que se detenga.

Promover el apoyo entre pares es una de las muchas estrategias incorporadas en los programas escolares anti-bullying basados ​​en evidencia en Australia e internacionalmente.

Muchos programas patrocinados en las escuelas australianas se centran en gran medida en la movilización de la audiencia. Sin embargo, la mayoría nunca ha sido estudiada científicamente por sus efectos sobre el acoso o las víctimas de acoso.

¿Qué dicen los resultados de la investigación?

Se cree que animar a los espectadores a ayudar es positivo y útil. Por ejemplo, en un metaanálisis de 2011, los programas se describieron como “efectivos” solo porque aumentaron el apoyo de los espectadores. Sin embargo, no se consideró el impacto de este apoyo sobre el acoso. Hasta hace poco, hemos carecido de investigaciones rigurosas sobre el impacto de las acciones de los espectadores (o programas de defensores) en los resultados reales del acoso o de las víctimas.

Desde 2020, varios estudios longitudinales extensos y de alta calidad han examinado los efectos de las acciones de los espectadores en las víctimas.

Un estudio holandés realizado en 2023 entre más de 5.000 estudiantes encontró que las víctimas que fueron defendidas por sus compañeros al comienzo del año escolar no diferían de las víctimas indefensas en términos de autoestima, depresión o gravedad del acoso que experimentaron.

Un estudio chino realizado en 2025 en el que participaron más de 1.000 estudiantes encontró que la defensa de los espectadores no significaba que una víctima tuviera menos probabilidades de ser acosada seis meses después.

Un estudio finlandés realizado en 2025 entre más de 6.000 estudiantes no encontró diferencias en el acoso o los problemas de salud mental entre las víctimas que fueron defendidas unos meses antes en comparación con aquellas que no fueron defendidas.

Por lo tanto, estudios recientes y de alta calidad no han logrado confirmar la suposición no confirmada desde hace mucho tiempo de que defender a los espectadores reduce el acoso. Otra evidencia sugiere que las estrategias destinadas a movilizar a personas inocentes pueden incluso ser contraproducentes.

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¿Qué sucede cuando los compañeros se involucran?

La mayoría de los programas de prevención del acoso escolar incluyen muchas estrategias diferentes, como enseñar a los estudiantes sobre las interacciones con sus compañeros, desarrollo profesional para los maestros, mejora de la disciplina, trabajo con los padres y alentar a los espectadores a intervenir.

En promedio, estos programas sólo reducen las denuncias de acoso entre un 15% y un 16%.

Para mejorar los programas, los metanálisis han examinado cómo la inclusión de diferentes estrategias afecta la efectividad general del programa para reducir el acoso. El primer estudio de este tipo realizado en 2011 encontró que los programas con estrategias que involucraban a pares eran menos efectivos que los programas sin estrategias de pares.

Otro metanálisis de 2021 distinguió entre tres tipos diferentes de participación entre pares. Encontró que las estrategias “informales” entre pares (como discusiones generales en clase) estaban asociadas con una mayor efectividad del programa. Sin embargo, alentar activamente a los pares a intervenir (por ejemplo, actuar como “defensores”) se asoció con una menor eficacia para reducir la victimización.

Un metanálisis de 2022 encontró que la inclusión de métodos “no punitivos”, en los que los pares ayudan a encontrar soluciones a situaciones de acoso, también se asoció con una eficacia reducida del programa.

Esto no significa necesariamente que sea necesario intervenir, ya que un espectador nunca ayuda. Sin embargo, probablemente depende de quién está ayudando, qué estatus y relación tienen con los involucrados, y cuándo y cómo intervienen.

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¿Por qué promover la honestidad podría ser contraproducente?

Una posible explicación es que la participación activa de los compañeros como espectadores puede hacer que el acoso sea más público y que más estudiantes tomen conciencia de lo que está sucediendo. Esto podría estigmatizar a la víctima y aumentar la probabilidad de que la rechacen de los grupos de amistad y la vuelvan a acosar.

Una audiencia más amplia también podría envalentonar a algunos perpetradores.

¿Qué deberían hacer las escuelas en su lugar?

Según las investigaciones, existen muchas estrategias que son útiles para prevenir el acoso. Esto incluye un enfoque escolar integral y políticas sobre el acoso, buena disciplina, apoyo a las víctimas y suministro de información a los padres.

Hallazgos anteriores indican que la educación informal de los espectadores, como discusiones discretas en clase sobre cómo cuidar a los compañeros y buscar ayuda de un maestro si es necesario, puede ser útil.

Investigaciones futuras proporcionarán más información sobre circunstancias en las que la participación de los espectadores puede ser útil. Por ahora, sin embargo, las escuelas deben tener cuidado con los programas de defensa y cualquier otra estrategia que destaque a los involucrados en el acoso ante sus compañeros.

Esta pieza apareció por primera vez en la conversacion. Karyn Healy es investigadora honoraria en psicología de la Universidad de Queensland.

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